Sobre la lengua de los hombres

Fue en la casa de un chico, el ensayo de Benja sobre la lengua se me reveló. Como me pasa con algunos discos, después de haberlos escuchado mucho tiempo sin prestar nada de atención. O después de haberle pedido a un chico por favor, cambiá la música para verlo, medio segundo después, saltar de la cama a la ruedita que gira el volumen y pensar, no sin cierto placer, que efectivas que son las órdenes en las primeras citas.
Me encantan, las primeras citas. Siempre me enamoro, de un chico la primera noche. O de su lengua, me enamoro de la lengua de algunos chicos que elijo con el dedo en una fiesta y a los que primero observo, hasta descubrir, como mueven la lengua cuando hablan, como hacen muecas con la boca. Todo, siempre, es información fundamental. Para saber si vale la pena besarlos o si mejor, hablar de tus ensayos Benja, armarse una historia platónica -un amor sin lengua.
El otro día entendí que sí, que hay una lengua de Dios, como vos decís. Como cuando me gusta tanto un poema que después de aprenderlo de memoria lo traduzco, me dejo traspasar, transparentar, por el poema. Así, igual me pasó, el otro día, ¡era un poema su lengua!
En el fondo de la habitación había un libro que empieza con una inscripción: viajar es muy útil, hace trabajar, la imaginación y juro Benja, por Celine, el viaje que mejor hace trabajar mi imaginación lo tenía él, una frase en la punta de la lengua que no me dijo: ¿nos volvemos a ver?

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