No le dije que no

Lo dejé que creyera lo que quisiera. Que se mostrara caballero, que me cuidara el triple.

Lo dejé que a cada rato me preguntara ¿Estás bien?, que se preocupara constantemente por darme placer a mí, que no objetara cuando le dije que no le quería hacer sexo oral por las dudas.

Claro-, me dijo – Es mejor que no te agaches, ¿no?. Y yo asentía callada, mientras el me la seguía chupando, maniobraba así su lengua y yo vibraba al compás de esos movimientos, y miraba mis tetas como embelesado y me decía Están más grandes, ¿no? Y como me gustaría chupártelas con leche..

Y cuando le dije que era mejor que yo estuviera arriba por las dudas, porque con el peso nunca se sabe asintió callado y me manipuló como si fuese una caja de mudanza, de esas que llevan el cartel de frágil en todos lados.

Y había algo en él, en el brillo de sus ojos...yo creo que el pensar que yo estaba embarazada lo excitaba más: el saber que no era suyo le provocaba fantasías porque era un poco prohibido lo que estábamos haciendo y eso lo volvía loco.

Y después me acariciaba la panza, me besaba la panza, nunca pensé llegar a tener un orgasmo mientras alguien me besaba la panza...

Y después se fue pero volvió con chocolates en la mano: Por los antojos, me dijo.

1 comentario:

Javiera dijo...

Vuelvo a leer este texto: IMPACTANTE. MUY MUY BUENO