funcióncontinuada

y si detenemos el tiempo, y me cobijo en tus brazos, y sueño que es mañana, y empiezo a pensar en el café amargo que tomaremos juntos en el balcón, y entonces te quedarás observándome, mientras yo juego con mi pelo, con los ojos achinados por esos rayos de sol que se posan sobre mi rostro qué te pasa te diré, y sonreiré tímidamente, jugando a que soy tímida, jugando a que soy niña, jugando a que soy un gatito que ronronea hasta llegar a vos, y acariciarás mi cabeza, y con mi rostro entre tus piernas empezaré a lamerte, y el tiempo se detiene y te levantas de la cama y me quedo observando cómo te aproximas al baño, y una lámina de luz ilumina mi entrepierna, y no sé si cubrirme o quebrarme esperando que regreses, pero tardás, y poso sola, y me toco, esperando que regreses y me la chupés toda, hasta que me canso, y volvés, y me decís que ya es tarde, que te vas, quedate te digo, pero me decís que no, que mañana trabajás temprano, que otro día hablamos, y me visto para abrirte la puerta, y me das un beso seco, y te vas, sin que te haya dado mi número, y regreso a mi cama con el tiempo detenido, mientras abrís la puerta con el pie, dos tazas de café en la derecha y un plato de tostadas con dulce de moras en la izquierda, y el viento cierra la puerta, abrís la persiana y vemos el agua caer, y te digo qué buen día para quedarse en la cama viendo pelis, y te acostás a mi lado a mirar la lluvia.
Un amante es un amante, nunca te olvides de eso. Así que no le estés pidiendo al amante que se quede a dormir, él necesita ese radiotaxi porque mañana sino “es un kilombo” levantarse en una cama que no es… , para qué, si son las dos de la mañana y ahí está el amante atándose las ponys, ubicando sus medias, y diciéndote que no te quedes mal, que todo bien, que gracias por llamar. Un amante es un amante y no va a suplir “esa” necesidad de abrazo, de noche entera. Porque para pasar una noche entera es necesario algo más que chateadas momentáneas, que mensajes sorpresivos, que jueves que terminan como no hubieras imaginado. Y ahí está el radiotaxi del amante, cuánta seguridad, no da tomarse un bondi, no da porque es de noche y la inseguridad está aniquilando profesionales, viste lo que pasó con el ingeniero… Y bueno sí, fue lindo, que lo pasaras a buscar con la bici en la puerta de la facultad, había ahí mucha gente haciendo una sentada por los maestros tomando cerveza, pero ellos no eran como nosotros, nosotros ya no tomamos birra en la calle, nosotros nos sentamos en un bar, adentro, porque en la vereda para qué, si pasan los autos y te tiran todo el humo del escape, para qué si la noche la disfrutamos igual desde la ventana. Y el menú bueno, nos jugamos a lo seguro, una pizza y una Stella, que es mejor que la Quilmes que es pura agua y bueno, charlamos de trivialidades, de los exámenes y la televisión. El amante sabe de televisión porque a la noche no se puede dormir y mira hasta que le entra el sueño. Un amante es un amante que se puede divertir con vos, que sos una copada y tenés la risa a flor de piel, que estás hermosa con ese vestido y la bici que te da un aire adolescente, pero sólo un aire, nada más, que le hace bien al amante, porque lo saca de la rutina, aunque la rutina a él le gusta porque se siente seguro ahí, para qué andar experimentando, que esa época ya pasó. El amante paga porque es un caballero y le regalás el momento más barrial del año cuando te acompaña con la bici hasta tu casa y eso lo calienta un poco, en la puerta te da unos besos medio comprometidos y eso le va a parecer re loco, re distinto, porque hace mucho que no hace eso, desde punta del este 98 que no se sube a una bici. Juega con las lomas de burro, el amante, se sube torpe a la vereda. Vos con la campera de él en la mano te sonreís por dentro y pensás “que está disfrutando” ya una vez en tu cuarto todo es como sabías que iba a ser, el amante tiene imaginación y esta vez está inspirado y capaz que hasta te la chupa un rato. Qué lindo. No fumás porque al amante no le gusta el humo, sos la reina de las concesiones, qué bien, por lo menos es una noche sin fumar y eso está bueno, lo hacés por él y te sentís que estás haciendo algo por alguien. EL amante remolonea, despeinado, por ahí te abraza y te dice algo dulce, edulcorado, “me gustó” o algo por el estilo, que para decir algo más que eso hace falta un poco más de conexión y no es que no la tuvieran, no, es que bueno, no se dio, que tal vez más adelante. Timbre. En bombacha hasta la puerta despedís al amante con un beso frío, y volvés a tu cuarto y te fijás, nada interesante en el msn, ya leíste a la tarde todos los blogs que te gustaban y los diarios sólo tiran noticias de Bianchi o Maradona. Al amante le gusta Bianchi. Te acordás de los momentos en que no había tanta historia y las dos de la mañana era un horario prudencial para quedare remoloneando y dormir juntos. Te acordás de cuando no necesitabas forzar la sorpresa porque venía sola y era lindo así, tan natural. Te acordás de que hubo alguno que te dijo lo linda que estabas y sentiste la sensación de ser única para alguien por un rato. Te acordás de las batallas con almohadones, de los porros para compartir, de los ceniceros que te van a despertar a la mañana, de estar en pedo tranquila porque a nadie le importaba quedar en ridiculo, porque era tu cuarto y tu cuarto era un lugar seguro. Prendés el segundo cigarrillo cuando el amante ya está por Juan B. Justo y pensás cuánto tiempo hará que la vida los convirtió en adultos. A los dos.