Princesa y vagabunda




profundidad.
(Del lat. profundĭtas, -ātis).
1. f. Cualidad de profundo.
2. f. Lugar o parte honda de algo.
3. f. Dimensión de los cuerpos perpendicular a una superficie dada.
4. f. Hondura o penetración del pensamiento o de las ideas.



Salís de gira con amigos, llegás a un bar y lo ves. Ese chico, al que le preguntás su nombre y que te responde secamente Benjamín, al cual le dirás Benja por el resto de la noche y los días que seguirán viéndose, te gusta. De él no sabés nada. Nunca antes lo has visto. Te gusta el misterio que hay en sus ojos, te gusta cómo se mueve. La gira continúa. Están en otro bar, se sumó y se restó gente. Están bailando. Un remember ´80 con Iggy Pop, y vos bailás con él. Te vas a la barra y ahí está nuevamente. Estás abrazada de otro, y él te dice que no te atrevés a darle un beso. Estás borracha, nada te importa y abrazada del otro besás a Benja.

Los echan del boliche, son las seis de la mañana. El otro te propone ir a su casa. Querés continuar la gira, pero con Benja. Ahora estás en un taxi yendo junto con Benja a la casa de una mina que no conocés. Tiene un cactus gigante, te intimida esa planta dentro del living. Ella cuenta que la tiene desde que llegó a la ciudad, hace doce años. Escuchan música, hablan de pintores, siguen bebiendo. Benja y vos se besan, la mina busca discos. Benja y vos se tocan, las manos se pierden en los agujeros. La mina les dice que tiene otra habitación si quieren pasar. Ella los invita a subir al estudio, les muestra unos trabajos. Te sentís rara, el alcohol va bajando, son apenas las ocho de la mañana. No entendés si Benja quiere estar con la mina o con vos, o con las dos. Benja se tira en la cama de la mina. Vos te acercás y le decís que te vas. Vos sólo querés estar con Benja. Él se levanta y salen juntos del departamento de la mina.

Ahora están en la calle. Paran un taxi y van a tu casa. Te gusta. Su cuerpo es perfecto. No dejás de mirarlo. Te toca, estás mojada. Su pene te calza como el zapato a la cenicienta. Mi príncipe, pensás. Acaban sudados. No hubo sexo oral. Te encanta el sexo oral. No hubo. A las tres de la tarde se va.

No dejás de pensar en él. A los dos días lo tenés en el msn. El otro le pasó tu mail. Empiezan los encuentros subtes. Nadie sabe de ustedes, ni ustedes mismos.

Ahora están en su casa. Querés que te chupe la concha, pero él sube y te pone el pito en la boca. Tiene un pito irresistible, te gusta. Se lo chupás. Chupámelo todo, todo, todo. Pero todo no entra, y Benja no lo entiende. No es Walter, definitivamente no es standard. Tratás de meterlo todo. Sentís una arcada. Todo no entra, y lo lamés por fuera, jugás con su pito. Le gusta, pero quiere que lo chupés todo. Intentás nuevamente, pero todo no entra. Pará, le decís, y te acaba en la boca.

5 comentarios:

J.C.Moragaux dijo...

que bellas que son
lloro una lagrima
por el ojo
del choto


http://lossociologossalvajes.blogspot.com/

Las Benjamin dijo...

Gracias por lágrima tan rara y valiosa. Bienvenido

Mamerto Tetto dijo...

Este relato me hizo hinchar el pantalon.
Asumo que estaras casada con ese muchacho, no?

Pareces ser una mujer dadivosa y complaciente. A mi me fascina que me chupen la cola y las tetillas, pero no me gusta la tirada de goma, eso lo deje hace años. Ah, pero si me encantan las vaginas que se corren como toros de corrida en boca.
Me gusta volver a casa, encender el tele, y hacer trompita para seguir sintiendo ese olor hermoso a vagina.

Vaginas, las amo!

Las Benjamin dijo...

caZadas memerto. y hacés bien... hay que amar a las vaginas. hay que amar a las benjamin.

gracias por la experiencia (o pobreza)!

bienvenido a nuestra fiesta!!!

Anónimo dijo...

perdon... caSada