Cualquier cosa puede pasar


No había una bomba en el colegio, ni pronto todo iba a estallar, pero igual garchamos en el aula. En ese entonces no sabía que él se iba a ir a vivir a España, donde se casó con una adicta a la heroína, tuvo un hijo y engordó hasta parecerse a un muñeco michelin. Nada de eso se me cruzaba por la cabeza. Benjamin tenía veinticuatro años y yo arañaba los diecisiete como un gatito en celo. Era hermoso, tenía piel oscura y uno de esos cuerpos fibrosos que dan al tacto la sensación de estar siempre un par de grados por encima de la temperatura normal. Medía uno ochenta y pico, pero parecía un poco más alto de lo que era en verdad. Sus manos eran grandes, callosas. Una vez que peleábamos me sujetó y pude sentir su fuerza. Además era medio bruto. Zumbaba en mi mente la idea de que si quería me podía matar sin hacer ningún esfuerzo. Pocas personas me transmitieron esa impresión. Benjamín tenía ese no sé qué, como un cartel colgado en el cuello que decía “cualquier cosa puede pasar”. Me volvía loca.
Era diciembre y habíamos ido a buscar unas notas suyas (todavía estudiaba en la escuela nocturna). Los pasillos estaban vacíos y subimos al primer piso para que me mostrara cuál era el aula y donde se sentaba. Fuimos de la mano. Nos habíamos conocido hacía dos meses y, en ese momento, el solo hecho de caminar de la mano era toda una aventura. Llegamos a una puerta mitad madera y mitad vidrio. La abrimos y entramos. Supongo que a esa altura ya sabíamos que íbamos a terminar garchando detrás de una de las columnas. Por supuesto que fue un “rapidito” tembloroso, en el que no paré ni por un segundo de paranoiquear con que alguien apareciera. Me cuesta entender que alguien pueda acabar en una situación así. Yo no puedo. Obvio que él sí. En un punto mejor, si hubiera tardado más seguro me hubiera puesto a llorar del miedo. Ahora me pregunto ¿y qué si nos encontraban? Pero nadie vino, ni nos interrumpió, ni nada por el estilo. Transpirados y medio atontados nos acomodamos la ropa. Después tiró el forro en el tacho de basura y salimos.

2 comentarios:

ajsoifer dijo...

Sexo rápido en el colegio, actitud punk y orgìa de playmobils?

Más que Benjamin acá hay mucho Bataille dando vuelta!

una mun dijo...

una vez tuve uno, él tenía 17 años, que bonita corrupción... nos usamos sólo una noche, tuve que hacerme la novia casi dos semanas antes de llegar a lo que yo realmente quería. piscina, cama de sus padres, cuartito del fondo, pastito... claro, después tuve que dejarlo, cuando él se dió cuenta de que 15 años depués (digamos hoy) yo no recordaría su rostro, pero sí su...