anything else but you

Saliste de la facultad, atropellada. Agarraste a una amiga del brazo y la arrastraste a la parada del bondi, prometiéndole que la inauguración a la que asistirían iba a estar increíble. Llegaste a la inauguración para el brindis, el momento en que todos hablan entre todos. Algunos rostros te eran familiares. Entre copa y copa lo viste. El chico de traje rodeado de rockers, el rocker trajeado. No parabas de mirarlo. Qué raro que es, pensabas.
De pronto estás hablando con su amigo, de pronto estás hablando con él. Cómo te desplazaste tres metros, no lo sabés. Estás hablando con él. Te hace reír. Una conocida te da un papelito con una dirección. Tu amiga no puede desprenderse del champagne. La agarrás nuevamente del brazo, prometiéndole que la fiesta a la que van va a estar buena. Ahora estás en un taxi, tu amiga, un desconocido, y él. Hablan, no para de hablar, no paran de reír. Llegás a la fiesta. Tu amiga no para de hacer apuestas con nuevos desconocidos. Hablás con la gente, bailás, tomás, fumás. Lo ves. Te ve. Vas hacia su grupo. No conocés a ninguno, no te importa. Te presentás y hablás con ellos. Quedan solos. Te atrae. No sabés qué, pero te atrae. Están en el patio. Beben. Tu amiga aprovecha un taxi y se va. Estás sola, con él. El porro te empieza a pegar. Bailan. La gente empieza a irse, vos te vas también. Él también se está yendo. Te pide tu mail. En tu bolso tenés papel y birome, pero le decís que no tenés dónde apuntar. Él saca un papel, es una carta documento del trabajo. Te dice que ahí no puede escribir. Agarrás el papel, lo hacés una bola y lo tirás. Le decís bueno, entonces no te lo podré dar. Acabás de sentir que pasaste el límite. Te gustó eso. Te gustó el poder. Él levanta el papel y anota tu mail. Te acompaña a tomar un taxi con una amiga. Se despiden.
Al día siguiente tenés un mail de él. Durante una semana tenés mails de él.
Durante veinticuatro días hablarán por msn. Durante veinticuatro noches inventarás un rostro. Te gusta. Te gusta tu invención. Él te llamará para bailar tango y no podrás ir. Una tarde te llamará para ir al cine. Quedarán en un punto de encuentro. Verás cientos de rostros, pero no lo recordarás. Temerás equivocarte. Decidirás quedarte visible. No lo reconocerás. Él se te acercará. No será como vos lo habías pensado. No será el rostro que habías inventado. Verán Las trillizas de Belville. Caminarán buscando un bar, luego estarán por Recoleta y él te invitará a tomar un vino en su casa. Irás. Estarás en su casa, tomarán dos botellas de cabernet. Él se te acercará y te dará un beso.
Estás en su cocina. Él se acerca por la espalda, te levanta la pollera, te empieza a lamer el culo. Querés tenerlo adentro. Te das vuelta. Te muerde las tetas. Te desviste casi desgarrándote la ropa. Te lleva a la habitación. Te gusta. Te gusta el poder que tiene sobre vos. Te gustan las palabras que te dice al oído. Te palmea. Te hace gritar.
Amanece. Benjamín y vos se entregan al sueño.

4 comentarios:

emd dijo...

siempre empieza en la cocina, eso es como una ley general

Las Benjamin dijo...

de leyes no sabemos, pero la experiencia dice que, toda historia que empieza en la cocina termina con buena cocción. esto, por supuesto, lo dice la experiencia.
sea muy bienvenido emd!!

alejandro dijo...

clap clap clap :) :)

Las Benjamin dijo...

gracias alejandro por las ¿palmas? (suena tan de programa concurso de tv)¿aplausos? (ahora me siento moderadora de guat ever). bueno, alejandro gracias, ya me empecé a enredar en mi propio flash.


PD: es mi impresión o la verificación de palabra viene cada vez más compleja?