It´s so bittersweet

Hay una pregunta que siempre me hago: ¿se dará cuenta Benjamin de que ando con otro? No es que estemos mal, de hecho no lo estamos, pero creo que es aburrimiento, costumbre; fingir demasiadas veces ya.

A Walter lo conocí de casualidad, en el colectivo. Unas pendejas un poco borrachas me empujaron y él, como me vio con un montón de cosas en la mano tratando de hacer equilibrio para no caerme, me dejó el asiento. Cuando la señora sentada al lado mío se bajó se sentó al lado mío y me dio charla. Histeriqueamos. Me bajé y me siguió; me dijo de ir a tomar algo. Ese día Benjamin tenía un cumpleaños, yo sabía que no me iba a llamar así que le dije que sí.

-Algo fuerte- le dije al mozo.
Y él eligió por mí y pidió un fernet con Coca.

Me gustan los hombres que eligen por mí.
Me gustan los hombres que en la cama saben moverse solos sin que una los tenga que guiar. Porque son esos hombres los que también saben pedir, de una forma en la que una no puede negarse.

Después de algunos tragos llegó la cuenta, Walter pagó y cuando salimos me empujó contra la pared y me encajó un beso. No me dio tiempo de nada, ni siquiera de hablarle de Benjamin.
Seguimos hasta que una viejita que abrió la puerta nos empezó a putear por estar haciendo movimientos obscenos en su puerta y porque nos dimos cuenta de que el portero se estaba tocando mientras nos veía.

Yo me caliento con que nos mire el portero. Me imagino los tres juntos, Walter, el portero y yo, la reina de la noche, gozando de los dos lados, algo que todavía no hice porque no me animo.

Pero no pasa nada de eso. Nos vamos a mi casa y cogemos en el piso de la cocina. Yo me toco y Walter me acaricia otras zonas, yo llego, el llega, los dos acabamos a la vez hasta que nos quedamos dormidos ahí mismo.

Me despierto a la madrugada y lo echo: le digo perdoname, pero tengo novio, y puede llegar en cualquier momento.
No se enoja, sino que me da un beso y me dice: nos vemos otro día, ¿te puedo llamar?.

Le paso mi celular. A los tres días me llama. Nos volvemos a encontrar. Estamos juntos. Lo despido y me prendo un cigarrillo. Salgo a fumarlo al balcón.

Tocan el timbre. Es Benjamin, habíamos quedado en ver un capítulo de Lost juntos. Me pregunto si se dará cuenta de que acabo de estar con otro.

Hay algo misterioso en el sexo, en la forma en que dos cuerpos se amoldan, no importa con cuantos cuerpos estuvieron antes. Porque hay algo que queda siempre, y es el olor a sexo. Como el olor a pis después de comer espárragos. El olor a otro nos queda en la piel, por más que nos bañemos.

Pero no, Benjamin no se da cuenta. Mientras tanto, lo sigo viendo a Walter. Mi vida como una comida agridulce, con el sabor de Walter y de Benjamin entremezclados con mi cuerpo que es uno solo.

9 comentarios:

Horacio Gris dijo...

Me gustó mucho.
Y perdón pero me sale el "lacanismo" con la pregunta del primer párrafo: si uno tanto se pregunta eso en una situación así, puede ser interesante preguntarse para quién uno hace lo que hace.

saludos!

ajsoifer dijo...

jajajaja muy bueno! Al sexo hay que vivirlo con limón y sal no? Ja! Que referencias culturales las mías.

Salsa agridulce. Perfecta definición. ¿Por qué elegir uno cuando se puede tener todo?

Anónimo dijo...

Con esto que acabo de leer me quedó la duda total: qué es peor, el texto o los comentarios posteriores?

Mmmmm... por ahora, para no ser totalmente asqueroso, diré que los comentarios.

saludos.


Hugo Spiegelman.

emd dijo...

Noto algo recurrente con la aparición de la cocina. ¿se han vivido muy buenas cosas en tal espacio o es un efecto-trauma?

lexi dijo...

mi ex marido tampoco reconocía ese olor...

Alan Murray dijo...

Sabes que este tipo de mierdas es de las que me gustan.

Alan Murray

manuel dijo...

oh...

los polígonos amatorios....
...


...

m.

Las Benjamin dijo...

Horacio, no nos molesta tu lacanismo, para nada. La pregunta queda en suspenso.

Rufián, toda la razón. ¿Querés probar nuestra salsa agridulce?

Anónimo que da la cara. Mirá... la verdad que nos ponés en una situación compleja. Para empezar te recomendaríamos hacerte un blog; onda si tu onda es pasear por blogs dejando comentarios tan poco gráciles. Buena onda!!!
Ah! por cierto, te googleamos, y no pasa nada con vos.

Emd, totalmente. La cocina tiene un encanto misterioso... entre la grasa y el calor. Efecto trauma, para nada.

Lexi, querida, qué tristeza no reconocer el olor; considerando que una se deja el olor no por boluda sino para que sea percibido.

Alan Murray, qué bueno que te gusten este tipo de mierdas. A nosotras nos gustás vos.

Manooko, bienvenido. Polígonos... interesante, lo practicaremos.

Maga E. dijo...

no hay que tener tan culpa, no lleva a ningún lado